Bolivia. La Chiquitania


La Chiquitania, un mundo aparte

 

Las misiones jesuíticas de Chiquitos en Bolivia enseñan una parte de Bolivia, alejada y diferente de los paisajes andinos. Los niños, la música y los ángeles, deben estar más cerca de Dios. Y escribo sobre niños, música y ángeles porque en este viaje alrededor de las misiones jesuíticas de Chiquitos son los niños, la música y la artesanía religiosa con una clara inclinación por los ángeles los elementos que sobresalen por encima de paisajes, pueblos, monumentos o edificios.

El viajero que recorre este territorio se siente de inmediato seducido por la inocencia de esos niños indígenas que han encontrado en la música y el resurgir de las misiones una esperanza de futuro. Se ve en su mirada, en esos ojos que más allá de la música se te clavan como estrellas yte sigue persiguiendo, días, meses después de haber realizado el viaje.

Es una impresión que no escapa al observador. Nadie pone en duda el fondo del cuadro, la recuperación de un patrimonio cultural –las misiones jesuíticas- que sirve como aliciente para promocionar la Chiquitania, pero el primer plano, aquello que se queda grabado en la retina, es la gente, su ilusión galopante: una esperanza que flota en el aire.

El origen de la historia

¿Dónde empezó esta linda historia? Su origen se remonta a los misioneros jesuitas que paralelamente a la brutal colonización española, crearonla selva amazónica, islas de paz y religiosidad.

Los conquistadores españoles llegaron a lo que hoy se conoce como Bolivia buscando el reino del Gran Patati, el archifamoso Dorado, y,  poco a poco,  se fueron estableciendo por toda la cuenca amazónica, la zona andina y los llanos orientales. Santa Cruz de la Sierra fue uno de los primeros asentamientos de la región situada en la parte oriental de Bolivia.

En 1692 la Compañía de Jesús recibió autorización para evangelizar a los indígenas. Los jesuitas realizaron un trabajo encomiable con los centros misionales, las denominadas reducciones, donde sólo convivían indígenas y misioneros, y que funcionando a modo de estructura social comunitaria aportaron bienestar y armonía a muchos habitantes del país.

La historia de ese idilio entre misioneros e indígenas es bien conocida. Quizá la mejor manera de ilustrar lo que ocurrió es recurriendo a la película “La Misión”. Explicado en pocas palabras puede decirse que las misiones estaban muy cerca de Dios, que en la mayoría de casos y por toda la amazonia se produjo una simbiosis entre cristianismo y pueblos indígenas que sólo podía explicarse como un milagro. Después de unos inicios devastadores para los indígenas –la llegada de los primeros conquistadores, ávidos de poder y de riqueza, obsesionados por el oro- la transformación al cristianismo y la realidad de las misiones propiciaron el nacimiento de lo que se ha venido a llamar el barroco mestizo, una cultura de músicos y artesanos que bebía en las raíces del pueblo, fluía por entre los jesuitas y alcanzaba una religiosidad espeluznante.

Luego, todo se torció. Medidas políticas, eternas discusiones entre los reinos implicados en la conquista, el afán desmedido de riquezay la delimitación de los territorios, determinó la expulsión de la Compañía de Jesús en 1767.

Allí acabó todo. Continuaron las iglesias y la práctica de la religión, pero en pocos años los niños dejaron de cantar, la mayoría de instrumentos se perdieron y toda una cultura, el barroco mestizo, única, nueva y diferente, se fue perdiendo, hasta caer en el más completo olvido.

En 1972, el arquitecto suizo Hans Roth llegó a Santa Cruz con el encargo de restaurar el templo de San Rafael. La duración de su contrato era de seis meses. Y, sin embargo, permaneció 27 años en Bolivia. Primero San Rafael y posteriormente todos los centros misionales, San José, Concepción, San Javier, San Ignacio, San Miguel, hasta que una enfermedad le obligó a regresar a su país, dejando incompleta la restauración de Santa Ana, y falleciendo meses después, víctima del cáncer. La labor de Hans Roth fue encomiable en todos los sentidos. Junto al historiador Placido Molina, consiguieron restaurar no sólo los templos, sino desempolvar viejos archivos, encontrar antiguos instrumentos, y, en definitiva sacar a la luz mundo perdido. Su labor no pasó desapercibida y en 1992 las misiones fueran declaradas Patrimonio Histórico y Cultural de la Humanidad por la Unesco.

En alguna medida también contribuyó  a todo ello eléxito de la película “La Misión” que rodada en 1986 tuvo un notable éxito comercial y despertó el interés por la cultura mestiza. ¿Fue una coincidencia? Tal vez, pero lo cierto es que empezaron a aparecer viejos papeles, dibujos de violines… partituras. Toda la región despertó. Los artesanos volvieron a fabricar instrumentos musicales. Los niños volvieron a cantar, y desde entonces la proyección ha sido continuada y progresiva.

El Festival de Música Barroca que se celebra cada dos años y, recientemente, a principios del 2006 el lanzamiento mundial de las Misiones Jesuíticas ha resultado fundamental para despertar el interés por Chiquitos.

Santa Cruz de la Sierra y los pueblos indígenas.

Fue este viaje promocional el que me permitió a mí y otros periodistas conocer el país durante unos pocos días y llevarme esta impresión tan grata.

La Paz, la sede del gobierno,  (la capital del país es Sucre), disfruta del privilegio de ser la más conocida. Igual sucede con los paisajes andinos y el lago Titicaca que siempre se han perfilado como los primeros destinos turísticos. Santa Cruz de la Sierra, sin embargo, es uno de los motores económicos de Bolivia. Los bolivianos, cuando hablan de su país lo divide en Oriente y Occidente.

Santa Cruz, la capital oriental es también el punto de partida para visitar las misiones de Chiquitos.

La visita a las misiones empieza en San Javier y su iglesia barroca. Fue en esta misión donde en 1730 se fundó el primer colegio de música, y, en la actualidad el coro y la orquesta misional de San Javier vuelven a ser uno de los más atractivos de las misiones.

El viaje prosigue hasta Concepción, uno de los escenarios más bellos en la ruta de las misiones. Durante los días de fiesta una romería recorre las calles de la ciudad y en la iglesia tuvimos ocasión de presenciar la Opera de San Ignacio, partitura conservada por los indígenas de San Rafael y Santa Ana y una de las más hermosas del Archivo Musical de Chiquitos. En el patio de la iglesia, en uno de los intervalos, Raúl, un periodista mejicano hablaba con Marco Leonardo, un chaval de diez años a quien me presentó. Era un niño despierto, de grandes ojos que no paraba de hacer preguntas. Se interesaba por el periodismo y por España, por los viajes y el trabajo, y quería un día no muy lejano tener su propio hostal.

Entré de nuevo en la iglesia. La música volvía a sonar. Luego vinieron los discursos, entre ellos el del presidente de Bolivia, el gobernador, el obispo y tantos otros más. Salía fuera. Unas nubes amenazaban el cielo, y, al poco, un arco iris de descolgó sobre la misión. En el interior de la iglesia seguían los parlamentos, pero en el exterior la policía y la escolta de seguridad de Evo Morales formaban un cinturón frente a la puerta principal que me obligaba a buscar diferentes ángulos desde donde fotografiar la misión, sin incluir los coches militares. ¡Cosas de la vida!

En la ruta de las misiones hay muchos más pueblos, San Ignacio, San Rafael, San José y Santa Ana, entre otros, cada uno de ellos con sus particularidades (ver guía del viajero), aunque en todas partes se bebe de un mismo espíritu.

Tras el arco iris, el sol que durante los primeros días nos había acompañado desapareció… Quizás, del resto de los lugares visitados me quedo con la misión deSanta Ana. No sé si fue por la atmósfera a la luz de las velas, pero el lugar me pareció un trozo del paraíso.

Llegamos a Santa Ana cuando anochecía. Con todo el pueblo concentrado alrededor de la plaza. Con las antorchas encendidas nos acompañaron por un descampado hasta llegar a la pequeña iglesia de madera. Un lugar sencillo y humilde que a la luz de las velas amplificaba la música del coro local.

A última hora, ya fuera de la iglesia, en un local donde nos ofrecieron bebida y pastas, cuando ya habíamos sobrepasado todos los horarios impuestos por la organización, un joven indígena de unos quince años no obsequió con un concierto de violín. Tras cuatro piezas le pidieron que terminara, pero el muchacho sonrió y se sacó un regalo de la chistera. Una más, dijo. Explicó que la había compuesto él y no quería desaprovechar la oportunidad. La interpretación duró quince minutos con el público en silencio y entregado. El aplauso fue prolongado y sincero. Luego llegamos tarde a una recepción oficial, pero esto ya es otra historia.

Rumbo al pantanal y despedida

Desde Santa Cruz, un tren lleva hasta el Pantanal, en la frontera con Bolivia. El recorrido pasa por San José de Chiquitos, Chochis y Santiago de Chiquitos.

El Pantanal boliviano se extiende desde Puerto Suárez hasta Puerto Bush siguiendo el margen superior del río Paraguay. La región es idónea para pescar y observar a la flora y fauna y puede considerarse uno de los humedales más extensos del mundo. Rodeado por el bosque seco chiquitano tiene en Puerto Suárez un importante centro de descanso. La laguna Cáceres es el hábitat de caimanes, nutrias y otros animales.

Descansamos, es un decir, algunas horas en el hotel… luego recorrimos en barco el pantanal. El ritmo del viaje había sido frenético y agotador, también conmovedor.  Me sentía vivo, despierto… como si me hubiesen inyectado sangre, savia nueva. Apenas notaba el cansancio.

El último día regresamos en avión desde El Pantanal a Santa Cruz. Desde el aire miraba una vez más esa extensión de tierra pre-amazónica, la cordillera cubierta de niebla frente a los Chochis y no podía dejar de pensar en algunos de mis jóvenes amigos, en Marco Leonardo, en el violinista de Santa Ana, en tantos y tantos niños que a lo largo del camino durante todos los días nos recibían con una ilusión inmensa. Pensaba en sus sonrisas, en su cordialidad, y lamentaba no haber podido quedarme, compartir algo de mí con ellos. Porque, aunque duela, tenía un poco la sensación de haber vivido otra película, una especie de “Bienvenido Mr. Marshall”. Es decir de haber querido abarcar mucho y consiguientemente apretar poco. El ritmo del viaje había sido frenético, casi sin tiempo a detenerse, marcado por la organización del evento, justo es decirlo, con la noble intención de conociésemos el mayor número posible de lugares y atractivos de Chiquitos. Pero, ahora, desde el avión, sólo esas sonrisas y esa inocencia de los niños indígenas me hablaban el lenguaje que el viajero entiende, aquel que permite compartir, conocer y, me decía a mí mismo que quizás ya no necesitaba regresar a la Chiquitania para tomar nuevas imágenes, ni para visitar más iglesias, respecto a eso el objetivo estaba cumplido, pero que bien quisiera permanecer unos días, unos meses junto a esas gentes que viven aferrados a la ilusión de un futuro mejor, que saben que la labor realizada durante los últimos años les aportara cierto bienestar, y, que más allá de esta apreciación, tienen una hermosa visión del mundo. Una visión del mundo que es el mayor aliciente del viaje por Chiquitos y que nos recuerda que todos hemos sido niños alguna vez.

 

 


Guía del viajero

CÓMO LLEGAR
Iberia vuela, con escalas,  desde España a Bolivia. También a Santa Cruz de la Sierra, vía Buenos Aires o Miami.  www.iberia.com
KLM vuela directamente desde Ámsterdam a Lima, con conexiones desde Madrid y Barcelona. Para más información contactar con el teléfono  902 222 747. Página web: www.klm.es

QUÉ SE DEBE SABER
Formalidades de entrada. Los ciudadanos españoles sólo necesitan tener el pasaporte en regla.
Idioma. Español. En algunos pueblos, los indios conservan su lengua original. El aymara, el quechua y el guaraní son los tres principales idiomas nativos de Bolivia.
Cuándo ir. Cualquier época del año. Tenga en cuenta de que en el cono sur las estaciones son inversas a las de Europa de manera que su invierno coincide con nuestro verano. Aunque en Chuiquitos el clima es más bien caluroso durante todo el año; la temperatura oscila entre los 20 y 30 grados.
Moneda. La moneda del país es el boliviano. Un euro equivale a unos nueve
bolivianos.
Precauciones sanitarias. Ningún  problema es este sentido. Al menos en la zona más próxima a Santa Cruz. La malaria puede contraerse en las zonas amazónicas.

DÓNDE ALOJARSE
Santa Cruz
El mejor hotel es Los Tajibos, en la avenida San Martín 455. Tel. 591 3 3421000. Recorrido de las misiones.
En realidad no sería necesario reproducir ningún establecimiento en concreto. En la mayoría de pueblos encontramos sencillas y agradables posadas siempre cerca de la plaza principal. Estos establecimientos acostumbran a estar limpios, bien entretenidos, con jardín y frescas habitaciones, con precios más que aceptables. Algunas opciones son:
En San Javier,  El reposo del guerrero, calle Frey. Tel. 963 5022
En Concepción, la posada El viajero, calle Cabo Rodríguez 104. Tel. 591 3
964 3083. También el hotel Chiquitos, en la Avenida Kilian. Tel. 591 3 964
3153.

PARA MÁS INFORMACIÓN
CAINCO. Cámara de Industria, Comercio, Servicios y Turismo de Santa Cruz. Edificio Torres Cainco. Avenida Las Américas nº 7. Santa Cruz. Tel. 591 3 333 4555