¿Quo vadis, periodismo de viajes?

Publico periódicamente reportajes en Viajes Magazine. No demasiados. Uno al mes y algunas fotografías. Me preguntarán por qué razón no soy más prolífico. Me encantaría y podría verter mucho más contenido en la revista, pero la página es gratuita y no recibe financiación de ningún tipo. Es gratis. Es trabajar por amor al arte. Y por mal que me pese, solo puede servir como escaparate, como plataforma para acceder a otros trabajos que estén remunerados. 
Si realizo un viaje de prensa del que voy a hablar en el programa de radio en el que colaboro, en Gente Viajera, después, igual publico un enlace aquí y de paso escribo un pequeño post. Aprovecho antiguos trabajos que fueron publicados con anterioridad en otras revistas. Obviamente no todos, por la razón antes explicada. 
Si realizo un viaje por mi cuenta y me apetece, cuelgo un par de fotos. Pero sobre todo, sigo una regla fundamental: no viajo gratis para publicar gratis.

Ser en la actualidad periodista de viajes es una profesión casi imposible. Sobreviven los que están ligados o contratados por un grupo editorial, algunos independientes que disponen de su propia plataforma y subsisten en un medio hostil a base de muchas horas y esfuerzo,  y  poco más. 
Al principio parecía que el mundo digital tenía mucho futuro. Lo tendrá, pero no tanto como imaginábamos
Hay grandes profesionales apenas sin trabajo. Otros han cambiado de oficio. Y sí, hay multitud de blogs y páginas de viajes que se han llevado buena parte de un presunto pastel que, al final, sin llegar a pasar de rosco se nos va a indigestar a todos. 

Existe una norma en la profesión que debería ser obligatoria. No se realizan reportajes gratuitos. Esa es o debería ser la norma. No vale el:  me invitas a un viaje de prensa y luego te publico. La cosa no debería funcionar así. Pero, por desgracia, en muchos casos funciona de esta manera y por eso estamos en la situación que estamos. 

Las mismas oficinas de turismo, en gran medida y salvo contadas excepciones caen, en mi opinión, en ese mismo error: se dejan guiar por las estadísticas de páginas y blogs y se olvidan de la calidad.
¡Con lo fácil que es enlazar a una página de calidad independientemente del número de visitantes!  Enlazar un buen reportaje desde las propias webs y redes sociales es el camino.  
La calidad debería imponerse a la cantidad y los organismos correspondientes deberían apostar por esta segunda regla no escrita. 
Por último: no escribimos publirreportajes. Contamos aquello que vemos e intentamos contarlo bien, acaso con tacto, pero no obligados a hacer creer que el sol sale por el oeste.
Son algunas reflexiones que hace tiempo quería escribir y que ahora publico en Viajes Magazine, antes de que la luz del verano empiece a perder fuerza. 

¿Quo vadis, periodismo de viajes?