En el camino

La filosofía de Viajes Magazine

Viajes Magazine habla de gentes y lugares que me han, que nos han, a mí y a otros reporteros que en el futuro publicarán en estas páginas su trabajo, impresionado, que por alguna razón nos han permitido percibir la calidad de lo mágico manifestándose en el día a día, en la vida cotidiana.

Explicamos sensaciones, encuentros para los cuales no es necesario desplazarse durante un año por África, convivir varios meses con los aborígenes australianos o haber vivido cuatro años en la India… más bien al contrario, la intención de Viajes Magazine es ponerse en el lugar del viajero común, de la persona que sin llevar la etiqueta de reportero o explorador es capaz de disfrutar de una estancia breve en el desierto o en una granja sami en Laponia. Así que quien espere encontrar en nuestra página, grandes aventuras, hechos temerarios o acontecimientos fuera del orden natural de las cosas se sentirá decepcionado. Aquí sólo hay líneas orientativas, trazos, el esbozo de una forma de entender la vida…

Entender a gente diferente, intentar percibir otras culturas, sin amenazarlas, sin rasgar su equilibrio, sino sintiéndolas como la caricia de un viento al atardecer; maravillarse ante una puesta de sol, el aullido de unos perros en la lejanía, la pirámide de luz que cae del cielo durante la aurora boreal, o el canto de los delfines cuando en mar abierto se acercan al barco, y ser luego capaz de trasladarlo a la cotidianeidad, allá donde nuestra vida a veces parece monótona significa empezar a vivir el viaje desde dentro.

Bertolt Brecht escribió en una ocasión: “Sabemos que estamos de paso y que nada importante vendrá después de nosotros”. En nuestra insignificancia reside la grandeza de la raza humana, y han sido algunos viajeros quienes mejor han sabido percibir el valor de la diversidad. Una narración de la etnia baluba que habita a orillas del río Kasai, en el África Central, explica la analogía entre el hombre y la mariposa. El hombre sigue durante toda su vida el ciclo de la mariposa. En la infancia es una pequeña oruga; pasan los años y al llegar a la edad adulta se convierte en una gran oruga. En la vejez inicia su transformación en crisálida. La muerte y la tumba, simbolizan el capullo, el envoltorio de donde sale el alma que vuela en forma de mariposa. Simples, pequeñas o grandes orugas pasamos demasiado a menudo por esta tierra con las patas cubiertas con un par botas y las garras del odio, la separación y la indiferencia. Resulta pues práctico y amable vernos como lo que somos, simples orugas, y empezar a soñar con el vuelo de la mariposa. A veces pienso en el último viaje que me permitirá adentrarme en el espacio exterior y ver este planeta, único e indivisible desde la última frontera. Entonces veré el planeta azul con los ojos del alma.

Un saludo a todos los amigos de Viajes Magazine.

 

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